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Los servicios sociales, la gestión del conocimiento y la sociedad 5.0

El artículo «Los servicios sociales, la gestión del conocimiento y la sociedad 5.0» está desarrollado por nuestra colaboradora Arantxa Mendieta, licenciada en Documentación, trabaja desde 1996 en el SIIS – Servicio de Información e Investigación Social, como responsable del centro de documentación. Su ámbito de especialización se centra en la gestión de portales del conocimiento, la realización de revisiones de literatura y análisis comparados, así como el seguimiento y evaluación de planes de actuación en el ámbito de lo social.

En este contexto, el artículo sobre «Servicios sociales, la gestión del conocimiento y la sociedad 5.0» aborda tres temas claves para entender la Sociedad Cinco Uno (Sociedad 5.1)

  1. La transición de la sociedad de la información a la sociedad 5.0.
  2. La importancia estratégica de la gestión del conocimiento en los Servicios Sociales.
  3. Los centros de gestión del conocimiento en Servicios sociales.

 

Introducción

Los datos nunca duermen y la información que se genera en internet es un buen exponente de ello. Se calcula que, cada minuto, se suben a internet 1.500.000 Gigas de información -el equivalente a 10 millones de libros electrónicos-, se publican 250.000 tuits y se intercambian 41.666.000 de mensajes de whatsapp. 

Obviamente, no se trata siempre de información relevante, pero sí evidencia que existe una generación de información constante, que no cesa las 24 horas al día, y de la que muchas veces no somos conscientes, aunque sin duda tiene un impacto directo en cuestiones tan vitales como las transformaciones sociales, las relaciones personales o el rastro de la información que generamos. A esta realidad ha venido a sumarse la crisis de la COVID-19 que, con sus correspondientes medidas de distancia social, ha provocado un salto de gigante en la velocidad de automatización de nuestra vida cotidiana. 

 

La transición de la sociedad de la información a la sociedad 5.0

La transformación digital, junto con el llamado internet de las cosas, está generando una cantidad ingente de datos (Big Data) que están siendo tratados de forma casi imperceptible por sistemas de interpretación y algoritmos cada vez más complejos.

En el contexto de transformación digital surge el concepto de sociedad 5.0, acuñado por primera vez en Japón para hacer referencia a la aplicación de las transformaciones tecnológicas en beneficio del conjunto de la ciudadanía, dando nuevas respuestas a los principales problemas sociales -desde el envejecimiento, hasta la baja natalidad o las situaciones de exclusión-, pero situando al ser humano en el centro de toda mejora. Para alcanzar esta nueva “sociedad superinteligente”, resulta necesario crear conexiones en red, construir sistemas avanzados de interrelación de datos, e integrar varios sistemas diferentes para que puedan coordinarse y colaborar entre sí para ofrecer servicios hasta ahora inimaginables.

Frente a las enormes ventajas de esta nueva sociedad 5.0., no se puede obviar el hecho de que son cada vez más las voces que empiezan a ser conscientes de que esta nueva revolución digital conlleva nuevos riesgos y graves disrupciones sociales.

En febrero de 2020, una sentencia inédita en Europa contra el uso público de algoritmos predictivos, ha declarado ilegal el uso del programa SyRI -acrónimo de System Risk Indication- empleado por el gobierno holandés desde 2014 para rastrear posibles fraudes al Estado, y que, basándose en datos relativos a ingresos, prestaciones, tipo de vivienda, impuestos, multas o deudas, calcula qué personas tienen más probabilidades de defraudar a la Administración y, por tanto, deben ser sometidas a mayores controles.

En España, y en Europa en su conjunto -salvo algunas notables excepciones, como Alemania-, el debate sobre la dimensión social de estos cambios y cómo afrontarlos está ausente de la agenda de las instituciones y gobiernos, y parece limitarse fundamentalmente a la superación de la denominada brecha digital.

La importancia estratégica de la gestión del conocimiento en los Servicios Sociales

Frente a esta nueva realidad, y tras más de 40 años de desarrollo, el sistema público de Servicios Sociales sigue enfrentándose a numerosas dificultades: fragmentado y disperso, mal dotado, sin objeto claro, poco o mal identificado por la ciudadanía, incapaz de relacionarse de igual a igual con otros sistemas más maduros de bienestar, como los de empleo, salud o educación. 

Existe un amplio consenso al considerar que una de las principales carencias del sistema de servicios sociales tienen esencialmente que ver con la ausencia de un modelo compartido de intervención, con la inexistencia de herramientas, procedimientos, instrumentos y prácticas profesionales comunes y suficientemente consolidadas, con la dificultad para generar y transmitir evidencia significativa y útil, con la precariedad de los sistemas de información, con la inexistencia de indicadores comunes capaces de medir y evaluar el resultado de las intervenciones, con la ausencia –incluso− de un marco terminológico compartido… con la debilidad, en definitiva, de las herramientas de gestión del conocimiento y de I+D+i específicamente orientados al ámbito de los Servicios Sociales. 

Sin embargo, la progresiva consolidación de los Servicios Sociales como un derecho social del conjunto de la ciudadanía, el énfasis en su capacidad preventiva, la paulatina equiparación con otros ámbitos de las políticas públicas y las consecuencias de las dos crisis más recientes, han hecho se preste cada vez una mayor atención a la calidad de las intervenciones, y a la necesidad de demostrar su eficacia y su eficiencia.

Ciertamente, existen en nuestro entorno más cercano iniciativas del máximo interés en lo que se refiere a la gestión del conocimiento en materia de Servicios Sociales. Por citar solo algunas, los círculos de comparación intermunicipal promovidos por la Diputación de Barcelona, los observatorios de servicios sociales de AsturiasGipuzkoa o Navarra, centros de documentación como Dixit o SIIS, los proyectos piloto para la mejora de la atención a las personas en situación de exclusión que se desarrollan en Navarra y Castilla y León o los Bancos de Buenas Prácticas como Berrituz, plataforma de experiencias innovadoras e instrumentos en servicios sociales locales.

La creación, en el marco de la Ley valenciana de Servicios Sociales, del Institut Valencià de Formació, Qualitat i Investigació en Serveis Socials y su red de laboratorios sociales o la elaboración de un Plan de Investigación e Innovación en Servicios Sociales en Andalucía son también avances importantes en ese terreno. Se trata, sin embargo, en todos los casos, de esfuerzos aislados, desconectados entre sí y ajenos a las estrategias globales que a nivel estatal se desarrollan en el ámbito de la investigación y la innovación.

En ese contexto, la mejor forma de impulsar el modelo de servicios sociales públicos en nuestro país pasa por impulsar, orientar y articular los esfuerzos que actualmente se realizan en materia de gestión del conocimiento: por construir, en definitiva, un ecosistema del conocimiento para la intervención y los servicios sociales.

Los centros de gestión del conocimiento en Servicios sociales

En esta misma línea ahondaba recientemente Fernando Fantova, señalando que los centros de documentación y bibliotecas desempeñan un papel estratégico en la construcción del Ecosistema del Gestión del Conocimiento en Servicios Sociales, en la medida en que ocupan una posición de intermediaria entre los agentes más orientados a la producción de conocimiento académicamente reconocido y los más orientados a la intervención, la gestión y la política.

En esa posición intermedia, los centros de documentación especializados van ordenando el tráfico y construyendo un cierto canon del conocimiento vigente en cada momento. Juegan un papel esencial poniendo a disposición de todas las personas interesadas las prácticas y las experiencias de éxito, dando a conocer las tendencias que se desarrollan en otros países y permitiendo un debate informado sobre las diferentes opciones técnicas y políticas en relación a un problema concreto. El reto ya no es recopilar información, sino interpretarla, generando conocimiento y haciéndolo llegar a quién más lo necesita y a quién mejor provecho vaya a sacar del mismo.

En este sentido, una de las líneas de trabajo más interesante por parte de los centros de gestión del conocimiento se orienta a fortalecer el paradigma la intervención basada en el conocimiento. El paradigma de la intervención basada en el conocimiento adapta y flexibiliza el paradigma de la práctica basada en la evidencia – muy enraizada en ámbitos de carácter marcadamente más científico como la salud- y propugna que la intervención social se debe basar de forma sistemática en un conocimiento contrastado de su efectividad, derivado a su vez de la utilización de métodos sólidos de investigación empírica.

Ello exige, entre otros aspectos, impulsar revisiones sistemáticas de la literatura que permitan identificar la evidencia respecto al impacto de las intervenciones y difundir las buenas prácticas. Destaca en este ámbito el trabajo de la red de What works centres creados por el gobierno británico. En nuestro entorno más cercano, en la línea de los think tanks o laboratorios de ideas anglosajones, el Servicio de Investigación e Información Social (SIIS), aspira a promover el cambio a través del conocimiento. Entre otras actividades, el SIIS realiza y difunde revisiones de literatura científica o de análisis documentales comparativos centrados en el ámbito de la políticas sociales.

Estas bibliotecas especializadas también resultan imprescindibles en la consolidación de bases documentales que permiten el acceso a la literatura que se genera en materia de Servicios Sociales. Cabe destacar nuevamente el fondo documental del SIIS, uno de los principales catálogos especializado en lo social de Europa, tanto en lo que se refiere a sus dimensiones–más de 330.000 referencias a texto completo-, como a la amplitud de temas sociales y de ámbitos geográficos- con documentos a nivel local, autonómico, estatal e internacional−.

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